Empiezan a subir las temperaturas poco a poco, y ya empezamos a sentir la necesidad de tomar algo frío. ¿Qué tal un helado?
Su historia es muy interesante. Es, en sí misma, un viaje. Su origen se encuentra en China desde tiempos inmemoriales. Allí ya mezclaban hielo y leche junto con frutas o especias para elaborar postres helados, algo que más tarde se siguió haciendo en India, posteriormente en Persia y llegando hasta Grecia y Roma. En la Edad Media, los árabes utilizaban el hielo de las montañas para realizar sorbetes con diferentes condimentos.
Tras descubrir que elementos como el nitrato de etilo o la sal eran capaces de bajar la temperatura del hielo o la nieve empleada, el helado tan rico que hoy conocemos evolucionó rápidamente.
En Francia esta evolución dio pie a la primera heladería, regentada por el italiano Francisco Procope en París, un heladero al que el mismo Luis XIV alabó. Actualmente, hay cinco tipos de helados que puedes disfrutar:
El Helado o crema helada: en inglés “Ice Cream”, es un postre helado que contiene aproximadamente un 10% o más de grasa láctea. En esta clasificación también entran los helados considerados natillas heladas, es decir aquellos helados que contienen yema de huevo.
Actualmente, la grasa láctea puede ser sustituida por yogurt, dando origen a los helados de yogurt.
Helados industriales o artesanos: los industriales tienen un porcentaje de aire incorporado a la receta, haciendo que el helado sea más económico. El artesanal se caracteriza por tener menos aire además de no tener conservantes, por lo que resulta un helado más cremoso.
Leche helada: aquellos que llevan un porcentaje de grasa láctea inferior al 10%.
Sorbete: contiene hielo triturado finamente, puré de fruta y hasta un 3% de grasa láctea. Puede contener alcohol.
Granizado: hielo triturado y zumo de fruta sin componente graso.
